Actividad 1
Una de las aficiones literarias comunes de Juan y María es la "novela fantástica", género que tiene sus orígenes en la literatura medieval y en la romántica. Pero, sin duda, el autor que más ha interesado a muchos lectores de este tipo de literatura y, por supuesto, a María y a Juan también ha sido J.R.R. Tolkien (1892-1973). Este autor creó un imaginario mundo complejo pero con fantasías tan detalladas que parecen reales. Escribió dos obras sobre dicho mundo: El hobbit (1932) y El señor de los anillos (1954-55). En ambas se mostraba el significado de las cosas verdaderamente importantes: el deber, la lealtad, la amistad, el amor, la naturaleza, el arte, la mortalidad y la esperanza. Así, Tolkien nos puso ante la necesidad de volver a creer en mitos, en dioses, en héroes, en gestas nobles y heroicas que están fuera de lugar en el mundo gris en que vivimos.
El otro pilar de la literatura fantástica es el alemán Michael Ende (1922-1995), quien dirigió sus obras (Momo, 1974 y La historia interminable, 1979) hacia un público más juvenil, pero en las que realiza, también, una crítica acerca del modelo social contemporáneo.
![]() |
| Colina de Hobbiton. Imagen en Wikimedia Commons de Tara Hunt bajo CC |
Puedes leer a continuación el comienzo de El hobbit:
En un agujero en el suelo, vivía un hobbit. No un agujero húmedo, sucio, repugnante, con restos de gusanos y olor a fango, ni tampoco un agujero seco, desnudo y arenoso, sin nada en que sentarse o que comer: era un agujero-hobbit, y eso significa comodidad.
Tenía una puerta redonda, perfecta como un ojo de buey, pintada de verde, con una manilla de bronce dorada y brillante, justo en el medio. La puerta se abría a un vestíbulo cilíndrico, como un túnel: un túnel muy cómodo, sin humos, con paredes revestidas de madera y suelos enlosados y alfombrados, provisto de sillas barnizadas, y montones y montones de perchas para sombreros y abrigos; el hobbit era aficionado a las visitas. El túnel se extendía serpeando, y penetraba bastante, pero no directamente, en la ladera de la colina -La Colina, como la llamaba toda la gente de muchas millas alrededor-, y muchas puertecitas redondas se abrían en él, primero a un lado y luego al otro. Nada de subir escaleras para el hobbit: dormitorios, cuartos de baño, bodegas, despensas (muchas), armarios (habitaciones enteras dedicadas a ropa), cocinas, comedores, se encontraban en la misma planta, y en verdad en el mismo pasillo. Las mejores habitaciones estaban todas a la izquierda de la puerta principal, pues eran las únicas que tenían ventanas, ventanas redondas, profundamente excavadas, que miraban al jardín y los prados de más allá, camino del río.
Este hobbit era un hobbit acomodado, y se apellidaba Bolsón [...].
J.R.R. TOLKIEN, El hobbit. Barcelona, Minotauro. 1982.
