Escultura
En este periodo se fijan los tipos, se domina la técnica escultórica y se va emancipando de la influencia externa (oriental, egipcia y egea). Se conquista el dominio del cuerpo humano y se empieza a esbozar la expresión en el rostro, pero se mantiene la ley de la frontalidad. Aparece el bulto redondo, como tal, con figuras masculinas y femeninas, siempre jóvenes; cada uno de los cuatro bloques de mármol se esculpía por separado sin tener en cuenta los demás (2 a 2), representando cuatro aspectos diferentes según desde donde se contemplase. En ellas empiezan a verse diferencias con la escultura de Egipto (los hombres desnudos y sin ningún tipo de apoyo), aunque siguen modelos egipcios, pero ahora buscan darles vida, a través de suaves módulos anatómicos y menor rigidez den la postura, así como el fin narrativo de los mitos (algunos de los cuales habían sido literaturizados por Homero, y esta pretensión narrativa les lleva al movimiento).
El caso masculino consiste en la representación de atletas vencedores de una prueba, dioses (como Apolo), jóvenes1 o héroes y reciben el nombre de kuros (en plural kuroi); que suele ser un hombre joven hierático desnudo en pie, con brazos rígidos pegados al cuerpo, puños cerrados, en actitud de marcha con un pie adelantado, ojos almendrados abultados hacia abajo, pelo largo hasta la espalda o con trenzas, etc. Las esculturas femeninas de este periodo (que surgieron un siglo más tarde que las masculinas) son las llamadas koré (en plural korai), que aparecen siempre vestidas hasta los pies (donde se estrechan y abultan en el pecho), con chitón (larga túnica de manga corta de tela fina, ceñida en la cintura) y himation (capa de lana que se llevaba por encima), y siempre hieráticas igual que los kuroi, etc.; a veces aparecen con la mano en el pecho y representan a sacerdotisas portadoras de ofrendas en honor de los dioses.
El ejemplo masculino más importantes es el Kouros de Anavyssos (estatua funeraria del joven Kroisos), que presenta la postura hierática y frontal, la desnudez de su cuerpo, ambos pies asentados en el suelo, aunque la pierna izquierda avanza tímidamente, los brazos aparecen caídos y pegados la cuerpo, sus puños cerrados, los ojos almendrados con pómulos salientes y la sonrisa forzada, etc. Su musculatura se representa de forma esquemática formando dos “W” invertidas (pectorales y clavículas). Este kouros es una ofrenda a los dioses.
El caso femenino se ve representado por la Koré del Peplo, que presenta gran plasticidad en el tratamiento del peplo con sus pliegues verticales y los detalles del escote y talle, aunque también en sus facciones
Con el tiempo, y dentro de este periodo, aparece la sonrisa antes mencionada, el pelo rizado y más pliegues en las vestiduras; además van tomando cierta majestad, como el Auriga de Delfos (el que dirige un carro) o el Moscóforo (que lleva un ternero en sus hombros y que con el tiempo tendrá valor iconográfico cristiano con Cristo cuidando su rebaño).