Arquitectura: el Partenón
Del periodo clásico vemos una arquitectura donde el dórico y el jónico se han desarrollado plenamente y alcanzan logradas realizaciones en el siglo V con la hegemonía de la polis ateniense. Así en estos días de esplendor de Atenas se levanta la Acrópolis, con los edificios más bellos del arte griego; ahora la clientela corresponde a los gobernantes de las polis o a ellas mismas, y el artista poseerá más prestigio y su trabajo un valor económico, aunque debían seguir las directrices del encargo (es decir, no poseían libertad artística del autor).
En la Acrópolis, antigua ciudad fortificada, estuvo el palacio de los reyes micénicos que gobernaban la polis (una ciudad fundada, según la leyenda, por Cécrops y Erecteo. Hasta principios del siglo VI alojó el ágora (lugar público principal de reunión), hasta que Solón la trasladó a una explanada cercana, para alejar el gobierno popular de la clase aristocrática (identificada con el viejo régimen monárquico); con el traslado la Acrópolis quedó como santuario de la ciudad. Con el gobierno del tirano Pisistrato y sus hijos (segunda mitad del siglo VI) se embelleció el viejo santuario y se fomentó el culto a Atenea, mediante la reforma de la fiesta de las Panateas.
Aquí los edificios no se ciñeron a un plan urbanístico previo, sino que su disposición venía marcada por la tradición, lo que llevó al completo desorden de las edificaciones, que no guardaban ninguna relación entre sí (ni de proporción, estilo, axialidad, etc.). El único elemento ordenador en el santuario era la vía procesional o temenos. La única salvedad en la intencionalidad de los edificios era que nunca se presentaban de frente al camino; sino que la primera visión era angular: esto es coherente con el valor volumétrico, donde prima lo exterior sobre lo interior, y donde el fiel al acceder por la vía procesional observa en una sola ojeada el ancho, el largo y el alto de los templos.
El Partenón es el templo más importante de la cultura clásica (aquí incluimos Roma), la obra más perfecta y bella; supone la afirmación de la supremacía de Atenas en la economía, en el sistema político democrático (para ambas hay que recordar la Liga de Delos) y cultura de toda Grecia. Y es que se pretendía algo diferente con el Partenón, se rompían muchos conceptos tradicionales (se aparta del modelo canónico dórico): un templo de gran tamaño, un tratamiento octástilo, unión de formas dóricas y jónicas12, etc.; pero parece ser que esta decisión no debió ser afortunada, porque este tipo de edificio no se vuelve a construir.
Desde el 467 a.C. el político más importante de Atenas fue Pericles, que limitó el poder a la oligarquía aristocrática y amplió la democracia ateniense; consiguió que el tesoro de la Liga de Delos se trasladase a Atenas y con él embelleció la polis. Su principal proyecto fue la reconstrucción del templo de Atenea Virgen13 (Parthenos), comenzado en el 447 a.C. y concluido en el 437, siendo sus arquitectos Ictinos y Calícrates, bajo la dirección artística del escultor Fidias. Se concibió como agradecimiento de los atenienses a la diosa Atenea, que les condujo a la victoria sobre los persas, y como conmemoración de la lucha entre Atenea y Poseidón por el patrocinio del Ática (región donde se encuentra Atenas), de la que ella salió victoriosa según nos cuenta la leyenda.
Su fachada principal mira al Este (donde nace el sol), dando la espalda a la entrada de la Acrópolis; es el elemento vertebrador del resto de edificios de este complejo religioso: Erecteion (al Norte), templo de Atenea y Propíleos (ambos al Oeste).
Se construye sobre una gran roca, problema que es solucionado con la adaptación de la planta a través del crepidoma; sus cimientos descansan directamente sobre ella, lo que es una gran innovación respecto a la tradición dórica (otra más). La mayor originalidad de la planta del Partenón es que la división de las naves se realiza ahora con columnas agrupadas (de dos pisos) formando una galería y logrando un espacio interno dentro de la naos.
Construido en mármol del Pentélico14 (cuya blancura contrastaba con su policromía) es un templo dórico; períptero, todo su perímetro se encuentra rodeado de columnas, de 8x17 (el doble más uno, que ya se usó en el templo de Zeus en Olimpia), lo que rompía con el concepto dórico; octástilo (8 columnas en las fachadas anterior y posterior, como los templos jónicos, pues lo normal es que hubiese sido hexástilo); anfipróstilo jónico su pronaos y opistodomos precedido de un pórtico exástilo; en su naos o cella donde se guardaba la estatua criselefantina – oro y marfil- de la diosa Atenea rodeada de una columnata interior de dos pisos en forma de “U” a modo de deambulatorio, y se separaba del opistodomos por un muro. El opistodomos era mayor de los habitual, y su techo estaba sostenido por cuatro grandes columnas. Es importante señalar que su perístasis rompe con la idea de masa, en un templo de gran tamaño, y provoca un ritmo de claroscuro.
Las columnas, sin basa, aparecen con estría viva a escala humana, es decir, cada estría o surco tiene cabida para la espalda de un hombre; está dividida en tambores (llegando a una altura de aproximadamente 10,43 m.) con unos 1,87 m. de diámetro en su base y 1,48 en su parte superior. La única decoración es el collarino previa al capitel, de equino y ábaco, que recibe el entablamento con triple división: arquitrabe liso, friso con triglifos y metopas y cornisa saliente cerrando el frontón. Otra novedad es que los triglifos no coinciden con el eje de las columnas.
El Partenón es el mejor ejemplo de la búsqueda, a través de las matemáticas, de la perfección y armonía (palabra griega que significa “bella unión de lo diverso”), con el fin de conseguir la perfección visual de la línea recta. Estas correcciones ópticas fueron la ligera curvatura ascendente del entablamento y el estilóbato, la inclinación y abombamiento del fuste de las columnas (el éntasis), la desigual distancia de los intercolumnios, y el mayor grosor y separación de las columnas de los extremos; todo ello para corregir las aberraciones naturales del ojo humano.